Dr. David Estallo

Psiquiatra

La mitad de los cuidadores de enfermos o personas mayores puede llegar a sufrir una patología mental

El 50 por ciento de los cuidadores de enfermos o personas mayores puede llegar a sufrir una patología mental como, por ejemplo, depresión o ansiedad, según ha asegurado la Asociación Española de Psiquiatría Privada (Asepp). “En nuestro entorno, la fuente principal de cuidados para las personas en situación de fragilidad o dependencia, ya sea por edad o patología, es la familia. Este rol puede ser muy gratificante, pero también implica una obligación permanente no esperada ni retribuida, que pone al cuidador en situaciones difíciles y comprometidas y que deriva en un estrés añadido y una pérdida de autonomía”, ha explicado Elena Ros, psiquiatra del Hospital Universitario Vall d’Hebron y miembro de la Asepp.

En concreto, el cuidado continuado puede desencadenar cuadros de ansiedad, somatizaciones, insomnio, irritabilidad, síndromes depresivos con riesgo de conductas suicidas o agresividad y, además, puede conducir a un abuso de ansiolíticos, hipnóticos o alcohol. “Cuidar a una persona mayor o con una patología requiere una atención de muchas horas al día”, ha asegurado Ángel Moríñigo, miembro de la junta directiva de la asociación, tras recordar el “desgaste físico y emocional” que supone este hecho para el cuidador.

Escasos apoyos

Y es que, de acuerdo con una encuesta desarrollada por la Fundación Alzheimer España sobre la situación de los cuidadores de pacientes con enfermedad mental, el 42 por ciento de los mismos asegura que pasa más de 10 horas atendiendo al paciente, sin días libres, dedicado 365 días al cuidado de esa persona y sin recibir casi ningún tipo de apoyo. Este hecho genera una sensación de «abandono y soledad» y constituye un factor de riesgo para la aparición de patología mental.

“La mayoría de los cuidadores, según esta encuesta, denuncian falta de información sobre cómo tratar al enfermo o hacer frente a situaciones conflictivas y, en especial, critican la ausencia de apoyo, ya que sólo un escaso porcentaje cuenta con ayuda domiciliaria o cuidados en instituciones públicas”, ha recalcado Moríñigo.

Además, los cuidadores suelen recurrir con frecuencia a los recursos sanitarios para consultar acerca de la repercusión que tiene el cuidado continuado en su salud física, psíquica y a nivel social. “A pesar de que no podemos modificar la situación de base, existen terapias psicofarmacológicas que mejoran la sintomatología ansioso-depresiva y pueden aliviar alguno de los síntomas asociados, como el insomnio o la somatización”, ha comentado Ros.

Dicho esto, la especialista ha asegurado que determinadas intervenciones psicoterapéuticas individuales o grupales pueden mejorar los procesos adaptativos de las personas afectadas. En este sentido, se ha observado que la formación de los cuidadores tanto remunerados como los propios familiares reduce el nivel de estrés e incrementa la sensación de bienestar.

“Es fundamental vigilar la evolución de los cuidadores de forma continuada para poder prevenir y detectar cualquier patología mental y poder actuar de forma precoz. Y es que el malestar del cuidador revierte en la atención que presta al enfermo. Los cambios en su estado de ánimo, el aumento de la ansiedad, los posibles trastornos del sueño y el incremento de la irritabilidad pueden conducir a conductas agresivas hacia los dependientes”, ha concluido Moríñigo

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