Dr. David Estallo

Psiquiatra

Dormidores cortos / Dormidores largos

Por qué hay personas que con pocas horas de sueño ya tienen suficiente para estar bien físicamente

El 5% de la población es capaz estar al 100% físicamente durmiendo cinco horas mientras otros precisan ocho o 10, pero el secreto está en sus genes.

Magaret Thatcher y Gregorio Marañón apenas necesitaban dormir cinco horas para mantener un ritmo de actividad frenético. Si no es su caso, no debe acomplejarse. Es probable que ellos pertenecieran a una minoría que los especialistas denominan «dormidores cortos»: personas que con un sueño nocturno de cuatro a seis horas se encuentran ya descansadas y con sus funciones intelectuales a pleno rendimiento. La explicación se encuentra, en gran parte, en sus genes, que hacen que la función regenerativa que tiene el sueño se cumpla.

«Los auténticos dormidores cortos no alcanzan al 5% de la población», estima Javier Puertas, jefe del Servicio de Neurofisiología y de la Unidad de Sueño en el Hospital Universitario La Ribera, Alzira. El también vicepresidente de la Sociedad Española del Sueño puntualiza que estos casos minoritarios son diferentes al hecho, más habitual, de tener una «deuda de sueño inducida».

Eso es lo que sucede al restar horas al descanso nocturno por el trabajo o el ocio, que nos hace vivir en un constante jet-lag social. Esa deuda crónica «se va sobrellevando, con las pequeñas propinas de sueño el fin de semana. Hay estudios que indican que esas compensaciones, sobre todo en la edad laboral, podrían minimizar el efecto en el deterioro cognitivo, mientras que otros ponen en duda tal hipótesis». Lo que sí han demostrado es que la privación de sueño crónica no sólo tiene efectos a nivel cognitivo, en el estado de ánimo y en el riesgo cardiovascular; también influye en la diabetes y la obesidad.

A pesar de que estas variaciones o patrones genéticos son completamente normales, Diego García Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño, en Madrid, explica que en el caso de los portadores de genes relacionados con una reducción de las horas de sueño, se ha visto, «al menos en un subgrupo, que sí tienen una esperanza de vida un poco menor». En el caso concreto del gen ABCC9, su alteración no sólo hace que el tiempo de sueño sea más corto, sino que, además, influye sobre las células del corazón, lo que parece que hace a sus portadores más proclives a infartos y a arritmias, por ejemplo.

La identificación y análisis de genes ofrece pistas «para comprender las diferencias entre individuos, dentro de lo que también se contemplan factores externos sobre las necesidades de dormir que, además, pueden tener notables implicaciones personales, laborales y sociales, así como de orientación de posibles terapias», dice Alex Iranzo, consultor de Neurología y responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Clínico de Barcelona.

Y es que, a pesar de que a lo largo de la vida las personas que duermen poco también están sujetas a cambios en sus hábitos de vida o asociados a la edad -como pasa con los adolescentes y los ancianos-, que influyen en el sueño, «la genética se mantiene; es como el DNI con cambios puntuales. Se ha observado, por ejemplo, que bebés de tres meses portadores de genes de sueño corto duermen 15 horas frente a los que no los tienen, que duermen 20 horas».

Pero, ¿qué importancia clínica tiene saber si una persona es portadora de genes que determinan las horas que se duerme? Este especialista lo tiene claro: la genética ofrece una justificación biológica sobre el sueño. «Ayuda a que las personas conozcan por qué no pueden dormir más horas o cuál es la causa de que necesiten más de ocho horas, y hasta 10 horas por ejemplo, de sueño para sentirse bien. Incluso, a veces, pueden establecerse patrones familiares de sueño».

En el otro extremo, también minoritario, estarían los «dormidores largos», aquellos que necesitan un 20% más de la media normal en torno a las ocho horas de descanso, y que también tienen rostros conocidos: Albert Einstein o Miguel de Unamuno estarían entre ellos. Los datos que aporta García Borreguero reflejan que el 80% de la población presenta una distribución normal de las necesidades de dormir: entre seis y ocho horas.

De momento, se conocen unos cuantos genes que promueven de forma natural un ciclo corto de sueño. Uno de los últimos en descubrirse es el gen del receptor de NPS (NPSR1), según una publicación reciente en Science Translational Medicine. En la investigación que parte del equipo de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) dirigido por la profesora de Neurología Ying-Hui Fu, analizaron a un padre y un hijo que sólo necesitaban dormir 5,5 y 4,3 horas de media respectivamente. Después, corroboraron ese hallazgo con ratones en los que generaron ese cambio genético.

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Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2019/10/27/5db33e6afc6c83791b8b4671.html

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